lunes, 3 de diciembre de 2012

Mujer y discapacidad: doble discriminación

Os informo de la situación de la mujer más el hecho de ser discapacitada. Es un estudio realizado por Pilar Ramiro, la cual, ocupa el cargo de Secretaria General en la Coordinadora de Minusválidos Físicos de Madrid, perteneciente a la Confederación PREDIF. Además preside la Comisión de la Mujer del CERMI.

Las palabras textuales de ella, respecto a la mujer con discapacidad son:

"Tradicionalmente, la sociedad ha tendido  a aislar y a segregar a las mujeres con discapacidad, y a pesar de los logros y avances obtenidos en los últimos años, este tipo de discriminación (sutil a veces) sigue representando un problema grave y alarmante. 

Pero, al contrario de lo que ocurre con otro tipo de  grupos vulnerables o que sufren discriminación, las mujeres con discapacidad carecen generalizadamente de recursos o dispositivos legales eficaces para eliminar y corregir dichas conductas discriminatorias.

Nosotras nos enfrentamos continuamente a dichas circunstancias, que se evidencian en cotas mayores de desempleo, salarios inferiores, menor acceso a los servicios de salud, mayores carencias educativas, escaso o nulo acceso a los programas y servicios dirigidos a mujeres en general, mayor riesgo de padecer situaciones de violencia y todo tipo de abusos, etc., realidad que se agrava por la existencia de normas y políticas que fomentan la dependencia y por la dificultad de introducir modificaciones en los hábitos 
preexistentes. De igual modo, las mujeres  con discapacidad soportamos aún con más crudeza que los varones con discapacidad la persistencia de prejuicios, estereotipos e ideas recibidas, generalizados en todos los ámbitos, que distorsionan la imagen social y la percepción normalizada de este grupo humano.

Datos procedentes de distintos censos, encuestas y de los escasos estudios existentes, prueban que las mujeres con discapacidad, como grupo, ocupan un estatus inferior en nuestra sociedad, encontrándose en una situación de enorme desventaja social, económica, educativa y profesional. En las tablas estadísticas extraídas de la Encuesta de Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud, desarrollada por el INE en 1999 con la colaboración del IMSERSO y la Fundación ONCE. Se puede observar que de las 
2.030.397 mujeres con discapacidad que existen en nuestro país 659.329 se encuentran en edad de trabajar; de ellas, sólo 104.568 trabajan (el 15,86%) y 51.762 están paradas. 

El resto, es decir, 502.999, por razones muy diversas, nunca se han planteado acceder al mercado de trabajo.

Intentando un acercamiento a estos datos en Euskadi, y utilizando las mismas fuentes, de 143.601 personas con discapacidad censadas en este territorio 85.739 son mujeres, 31.205 tienen edad de trabajar solamente 6.665 el 21,4% son activas y 24.540 el 78,6% inactivas. Dentro de la población activa las mujeres curiosamente tienen una mayor tasa de ocupación 67,4% y menor tasa de paro 32,6% que los hombres con discapacidad 66,2% de ocupación y 33,8% de paro, este  dato que se reproduce en algunas Comunidades Autónomas parece indicar que las mujeres que buscan empleo lo consiguen en mayor medida que los varones.

Si nos fijamos ahora en los datos de  formación, a nivel estatal, seguramente entenderemos mejor esta situación: del total de mujeres con discapacidad 252.763 son analfabetas (el 12,44%);  338.388 (el 16,66%) tienen estudios primarios; 54.228 (el 2,67%) cuenta con estudios secundarios, y solo 31.760 (el 1, 56%) tiene estudios profesionales, superiores o universitarios.  

La explicación a esta diferencia en las  tasas de paro y actividad de la población discapacitada en función del sexo de los individuos se debe, como en los casos de desigualdad vistos en la población general, a problemas de jerarquización social. 
Problemas no resueltos, desde el punto de vista de los sexos, cuando se han intentado equilibrar la desigualdad existente entre la población no discapacitada y la población discapacitada, clasificada socialmente en un plano inferior.

Esto, aunque ya es palpable  en el colectivo de las personas discapacitadas, podría ser solucionado mediante una actuación conjunta de las instituciones responsables de diseñar la política de integración laboral y las entidades encargadas de implementar esas medidas políticas, sean estas instituciones: organismos públicos, privados o sin ánimo de lucro. Todavía se está a tiempo de tener en cuenta estas diferencias de género en el desarrollo de nuevas medidas de política de integración laboral, para así conseguir la integración plena de las personas discapacitadas. Esta integración plena no sólo supone 
la equiparación con el resto de la población, además debería suponer la equiparación en 
cuanto a género. 

Pero para alcanzar estas metas debe tenerse un mejor conocimiento de la envergadura del problema de las personas discapacitadas y de las variables que pueden influir en mejorar o empeorar la situación. 

Las mujeres con discapacidad formamos un grupo social aislado e  invisible, que se enfrenta a todo tipo de restricciones y limitaciones, que ha estado sometido a una larga historia de tratamientos desiguales y que nos vemos relegadas a una posición de impotencia política, debido a circunstancias que están fuera de nuestro control y que son resultado de estereotipos y prejuicios que merman nuestra capacidad de participar y 
contribuir a la sociedad en la que vivimos. 

La existencia continuada de discriminaciones y prejuicios injustos e injustificados priva a las mujeres con discapacidad de la oportunidad de competir en condiciones de igualdad, así como de aprovechar las oportunidades de las que goza cualquier persona.

Consideramos que esto desencadena una  situación injusta y de vulneración de los derechos humanos."

Espero que os haya gustado.

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