En esta etapa, mi hija, tuvo que volver a cambiarse de Instituto, ya que en el que se encontraba no disponían de Bachillerato.
En el primer curso, tuvo la única dificultad que el profesor de educación física, el cual era bastante joven, suspendía la asignatura de mi hija, debido a que "no realizaba las actividades físicas que se mandaban en clase". Sinceramente, esto ya para mí era algo bastante injusto, debido a que mi hija con la discapacidad física que padece no puede hacer ejercicios que hacen otras personas con las piernas en perfecto estado.
Por ello, recurrí a hablar con el profesor para ver qué solución imponía a tal efecto. Pues bien, no tuve ningún problema ya que aunque el profesor no entendiera el porqué exigía que a mi hija no la suspendiera, llegamos al acuerdo de imponerle un examen por cada trimestre que compone el curso escolar. Así fue, y así pudo aprobar la asignatura.
En el segundo curso, sabiendo la discapacidad que tenía mi hija, proceden a ponerle la clase en la planta 3º del edificio. Este mismo, dispone de ascensor, pero un día, los alumnos del centro, debido al mal uso que hacían con el ascensor, lo rompieron. Mi hija, llega y cuando va a solicitarlo, ve efectivamente que no funciona. Por tanto, procede a buscar al conserje para que le proponga una solución, la cual fue: "vete por las escaleras andando". Así hizo mi hija, y debido al mal funcionamiento de sus piernas, le fallaron y calló por las escaleras, haciéndose tanto daño en las piernas que ya no anda.
Esto no es todo, los compañeros proceden a ayudarla y la sientan en clase. El profesor que le tocaba impartir clases en ese mismo momento optó por ignorarla y uno de sus compañeros llamó al Jefe de Estudios, el cual, quería subsanar el problema con una simple crema en sus piernas cuando ella estaba llorando de dolor y sufrimiento a la vez que gritaba que me llamaran a mí ya que podría llevarla al Hospital especializado, el cual es el que mejor sabe cómo son sus piernas. No hicieron caso a mi hija, la cual se llevo llorando toda una hora, hasta que uno de sus compañeros debido al llanto que tenía procedió a llamarme desde su móvil.
Cuando me enteré, corrí de tal manera que nunca lo había hecho, asustada por la situación. Entré en el instituto y nadie sabía nada e incluso nadie me guiaba de donde estaba mi hija. Cuando llegue a la clase, lo primero que hice fue interrumpir la clase y dirigirme hacia donde estaba ella, la cual, estaba completamente bañada en lágrimas. Le miré las piernas y tenía zonas muy rojas. Llegó el Jefe de Estudios y me dijo que se había "tropezado", cuando era totalmente distinto a lo que me contaron sus compañeros. La bajé por las escaleras en mis brazos sin ayuda de nadie, no tuvieron ninguna consideración ya que mi hija pesaba.
El resultado de todo ello fue, una noche en el hospital, lesiones en sus piernas de tal manera que sufre de dolores de huesos en sus piernas.
Que triste que haya que llegar a ésos extremos. Se tiene que tener en cuenta a cada persona en particular, ya que cada uno de nosotros tenemos un límite físico, al igual que en todos los aspectos de las personas.
ResponderEliminarMe gusta tu blog. Te sigo.
Un saludo
Muchas gracias Yolanda. La verdad es que sí es cierto que todos tenemos unos límites, ya sean para cada uno más o menos, pero tener los tenemos. Espero que la sociedad avance y se llegue a hacer justicia lo que sucede.
ResponderEliminarSaludos, Lourdes.